Esta edificación de origen humilde se encuentra en la plaza del Templete de Caravaca de la Cruz (Murcia) y según la tradición oral fue la vivienda que San Juan de la Cruz habitó durante sus viajes a la localidad para la fundación del convento de Carmelitas Descalzos. La documentación histórica señala que el santo místico alquiló "una casita a unos moriscos" en 1586 en las proximidades de la iglesia de la Purísima Concepción.

El edificio

El inmueble se encuentra catalogado en el Plan General de Ordenación Urbana de Caravaca de la Cruz con grado 2: conservación estructural. Posee tres plantas y es un buen ejemplo de arquitectura residencial humilde que no ha sufrido cambios significativos desde el siglo XVIII: permanecen las carpinterías de madera de cuarterones y el único balcón en voladizo de madera que se conserva en Caravaca de la Cruz.

La intervención

En el año 2020 se intervinieron las fachadas y la cubierta, pero el interior se encontraba en muy mal estado. En el año 2021 se inició el proyecto para rehabilitar el inmueble y convertirlo en la Casa Museo de San Juan de la Cruz en Caravaca. Los criterios aplicados fueron el máximo respeto al interior del edificio y sus valores históricos y culturales, y el empleo de técnicas y materiales de bajo impacto ambiental.

El programa establecido por la Fundación Conde Santa Ana de las Torres, propietaria del edificio, consistía en reproducir en planta baja los valores históricos y etnográficos del inmueble, generar salas expositivas en planta primera que acercasen la vida de San Juan de la Cruz y su relación con Caravaca al visitante, y una biblioteca y sala de meditación en la última planta.

Para llevar esto a cabo, se edificó un volumen de nueva planta junto al patio para albergar ascensor, escalera de evacuación y aseos, de tal manera que el edificio histórico tuviese la mínima afección de nuevas instalaciones. Dicho volumen se diseñó con una fachada blanca a base de mortero de cal de forma que resultase neutra en relación con el edificio histórico anexo y garantizase una lectura contemporánea que se diferenciase de la fachada anexa preexistente, al tiempo que se reproducía el alero de triple hilada de teja para lograr una integración adecuada.

En el interior se proyectaron los forjados cuyas viguetas resultaban imposibles de aprovechar con rollizos y revoltón de yeso de la misma forma que durante siglos se han construido en la zona los forjados de este tipo de viviendas. Destaca el espacio en planta baja dedicado a cocina y sala de estar que reproduce la forma de vida de un inmueble humilde del siglo XVI.

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